Escribo para mí y para los demás, en este orden, como la forma más precisa que conozco de pensar y de poner a prueba mis propias reflexiones.

Veo la escritura como una posibilidad de abordar el mundo desde un ángulo nuevo, con el espíritu de un explorador, cuestionando certezas sin moralejas. Igualmente, como un diálogo entre la intuición y la palabra, lo que exige dedicación, humildad y constancia, como ocurre al correr largas distancias. Donde lo esencial es el trayecto, ese proceso en el que uno, de forma progresiva, se va conociendo mientras intenta escribir algo que merezca ser leído.

Escribiendo para los demás, busco entretener, pero también provocar reflexiones, compartiendo ese mismo asombro que experimento cuando algo me sacude, me intriga, me estremece o me hace sonreír. Propiciando en el camino pequeños momentos de vida, rompiendo el ritmo vertiginoso de la cotidianeidad.